Basta con que los asientos reciban un leve impacto (al poner un bolso, al subir y bajar del vehículo), para que liberen su tóxica carga.
Las particulas en suspensión del humo tienen un diámetro menor a 2,5 micrometros, por lo que penetran con facilidad en los pulmones.
Según el Índice de Calidad del Aire de la Agencia de Medio Ambiente de EEUU, es peligroso estar expuesto durante 24 horas a un ambiente con 40 microgramos de estas partículas; especialmente en el caso de niños, ancianos o enfermos...
Tras realizar 45 experimentos en recorridos en coche, los investigadores llegaron a estas conclusiones:
Si la ventanilla del conductor está ligeramente abierta, en el habitáculo se registró una media de 272 microgramos de partículas tóxicas por metro cúbico.
Si las dos ventanillas están totalmente abiertas, la cantidad de partículas en suspensión es de 51 microgramos: perniciosa en cualquier caso.
"A unos 60 kilómetros por hora, en una carretera abierta, hay mucho movimiento en el interior de un vehículo, pero no es suficiente para eliminar todo el humo", indica Vaughan Rees, autor del estudio.
Además, recuerda el científico, la ventilación no es efectiva contra el humo que se pega a superficies como las de las sillitas para niños.
Asma, muerte súbita...
La exposición reiterada al humo del tabaco está vinculada, en menores, al síndrome de muerte súbita, al asma y a las infecciones de oído.
Este año, los Estados de Arkansas y Luisiana ya han prohibido el tabaco en los vehículos para proteger a los niños.
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